La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, ha denunciado este martes ante la Asamblea General de Naciones Unidas las prácticas de espionaje internacional que han sido reveladas en los últimos meses y ha propuesto una regulación que asegure un mayor control del uso de Internet para evitar este tipo de actividades de vigilancia que ha calificado como un atentado a la “soberanía de los Estados” y a la “libertad de expresión” y como una "violación de los derechos humanos”.
“Brasil ha sido objeto directo de este tipo de intrusión”, ha recalcado Rousseff casi al comienzo de su discurso, en alusión a las revelaciones, facilitadas por el exanalista estadounidense Edward Snowden, que constataban que EE UU había espiado las comunicaciones de miles de ciudadanos brasileños, entre ellos los de la propia presidenta brasileña y varios de sus asesores. Esta circunstancia ha motivado la cancelación de la visita oficial de Rousseff a Washington, prevista para finales de este mes de octubre, y la solicitud de explicaciones formales por parte de Brasil a la Administración norteamericana.
Aunque la líder brasileña no se ha referido de manera expresa a EE UU en ningún momento de su discurso, sí se ha mostrado tajante a la hora de denunciar el espionaje internacional. “Se trata de una ofensa a la legislación internacional y a los principios que deben regir entre los Estados”, ha señalado Rousseff. “Este es un grave caso de violación de los derechos civiles y una falta de respeto a la soberanía nacional de mi país”, ha añadido.
El incidente del espionaje de EE UU sobre Brasil fue tratado de manera personal entre Rousseff y su homólogo estadounidense, Barack Obama, durante la cumbre del G-20 en San Petersburgo a comienzos de septiembre y por teléfono la semana pasada. “Hemos pedido garantías para que algo así no vuelva a suceder”, ha reconocido la dirigente brasileña. “El argumento de que estas prácticas se realizan en aras de la seguridad es simplemente insostenible”, ha puntualizado Rousseff.
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